Transmitidos por los genes constituyen el genotipo del individuo. El fenotipo resulta de la acción del ambiente -con sus múltiples factores- sobre el genotipo.
Cada gen alberga una enzima. Actúan a través del protoplasma sobre la diferenciación celular y la formación del organismo.
Hay genes normales y anormales -transmisores de enfermedades hereditarias-; genes dominantes y dominados; genes letales y subletales; genes mutantes -muy raros-; etcétera.
Los genes no sufren ninguna modificación bajo la influencia del organismo que los lleva. El patrimonio hereditario no cambia cualquiera sean las condiciones externas. El genoma del homo sapiens actual -por más orgulloso que se sienta de sus conquistas atómicas y espaciales- es el mismo que albergaban los cavernarios hace 30.000 años, quizás 100.000. Esta gran verdad cuesta ser asimilada por muchas personas, incluso por intelectuales.
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