Nuestro organismo es principalmente agua -el 75 por ciento de su peso- y no podemos vivir sin ella. No es para asombrarse, ya que la misma proporción -o incluso mayor- se registra en cualquier ser viviente, sea animal o vegetal. Por ejemplo las medusas marinas registran un 98 por ciento de agua.
Empero, hay animales capaces de suspender su vida durante años en ausencia del agua y revivir cuando logran incorporarla.
En el hombre se pueden distinguir tres tipos de agua: libre, de relleno (entre las moléculas) y metabólica.
La cremación de un robusto individuo de 100 quilogramos de peso, deja sólo 25 quilogramos de cenizas
Estamos obligados a beber entre un litro y medio y tres litros de agua por día, o aún más, si el clima lo exige. A medida que el hombre avanza en edad, va perdiendo el agua: nos secamos (o desecamos). Ya que los tejidos envejecidos no la retienen tanto como lo tejidos jóvenes.
Hace pensar ese líquido que alojamos desde que nacemos hasta que morimos sin el cual no podríamos sobrevivir. Deriva mos así hacia esa agua de afuera, la que se busca para beber o lavarse, para hacer deportes o gozar de arroyos, mares y cascadas. Huyendo en cambio de chaparrones o aguaceros.
Resulta extraño que los chimpancés selváticos no se protejan de la lluvia y hasta parecen disfrutar de ella. Sin embargo, nos agrada pasear al borde del mar aunque esté lloviendo ¿no es así?. Los niños, ahora y siempre, mostraron particular afinidad por el agua. No para bañarse, salvo en el mar, más bien para chapotear, mojarse los pies.jugar con ella. Atracción irresistible y general. ¿Ha visto usted alguna vez que un niño en bicicleta eluda los charcos que deja la lluvia en los caminos? Se nace con el "instinto acuático" y luego se modifica por herencia cultural. El hombre es el único mamífero que ha de aprender a nadar. Lo hacen fácilmente los bebés de un año si la madre o el padre están junto a ellos y el instructor vigila desde un borde de la piscina. Por otra parte, la ausencia de gravedad dentro del agua facilita la recuperación de los paralíticos.
No faltan antropólogos convencidos de que la especie huma» na no apareció en bosques o llanuras, sino junto a colecciones acuáticas naturales (africanas seguramente).
La vida sobre la Tierra surgió, bajo forma unicelular, hace unos 2000 millones de años atrás en alguna charca barrosa ancestral. En ella se multiplicó al infinito antes de conquistar el suelo y el aire y expandirse bajo las formas más heterogéneas.
La mayor parte del historial viviente se acompaña de aven-turas acuáticas. Los deportes náuticos renovados, siguen te niendo notoria vigencia. Quizás saturado de exploraciones terrestres y submarinas1, el hombre se ha lanzado a viajes espaciales. Prepara ya visitas planetarias y hasta residencias extraterrestres permanentes.
"El hombre -ser terrestre culminante- viene a ser un motor accionado por agua, o un acuario con agua marina circulante"
La ciencia nunca agota el caudal de sorpresas. Aunque sea el agua el líquido más corriente, no es, sin embargo, el de más fácil estudio. Después de doscientos años de investigaciones, quedan por averiguar muchas de sus ocultas "anomalías".
¿Por qué el hielo es más liviano que el agua? ¿Cómo es posible que el agua se comporte aveces como ácido fuerte y sea entonces capaz de disolver el oro y el platino? ¿Qué pensar de sus extrañas variedades: el agua vitrea, la sobrecalentada, la subenfriada, el agua pesada, etcétera? Los hielos extraterrestres constituyen capítulo aparte: los polos glaciares de Marte están formados por anhídrido carbónico sólido).
El agua es la sustancia más abundante de nuestro planeta. En virtud de sus variables caracteres físicos y químicos y pese a su aparente sencillo modo de comportarse frente a nuestros crédulos ojos, es uno de los elementos menos conocido. Encierra misterios intrigantes y el setenta y cinco por ciento del planeta es agua no potable.